INTELIGENCIA ARTIFICIAL PARA RECREAR ESPACIOS LITERARIOS INEXISTENTES

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Leer es viajar sin moverse gracias al poder de la imaginación. Las descripciones nos generan imágenes mentales, que nos introducen en el entorno de una historia. Para mejorar la representación visual de este fenómeno, ¿puede la inteligencia artificial convertirse en nuestra aliada?.

Este artículo publicado en THE CONVERSATION menciona que en la Universitat de les Illes Balears, partieron de dos proyectos de investigación. Uno analiza el paisaje desde fuentes escritas, mientras que, el segundo, estudia cómo aplicar la inteligencia artificial en la formación del dibujo arquitectónico desde la innovación docente. Ambas buscan representar visualmente unos resultados. Para ello, contamos con la inteligencia artificial como una herramienta más, pero no es la única.

El objetivo fue examinar, en profundidad, un abanico de narrativas creadas por distintos autores para profundizar en la visualización de los entornos sobre los que han escrito. A partir de un proceso metodológico estructurado, basado en los cimientos de la interpretación textual, se plantearon el uso de la IA para reconstruir escenarios imaginados o que existieron y han desaparecido.

Un narrador crea espacios donde sucede la acción. Nos hace vivir aventuras en escenarios intangibles que ansiamos explorar, o incluso preservar, especialmente si son de índole histórica y ya no existen. Estos espacios son el objetivo. La inteligencia artificial solo es una herramienta más para recrearlos. A partir de aquí no solo los visualizaremos, también se podrá construir paisajes y entornos de forma tridimensional y tangible de aplicaciones diversas, desde espacios museísticos hasta producciones audiovisuales y representaciones escénicas.

Primero se analiza, después se actúa. Lápiz, papel, desglose de contenidos y esquemas son las herramientas que suceden a una selección previa de textos relacionados con la búsqueda. A través de esa búsqueda descubrieron los textos literarios, históricos e, incluso, técnicos que describen las características de los espacios que pretenden recuperar o visualizar. Estos textos sirven como punto de partida y fuente de inspiración. Lo siguiente es estudiar exhaustivamente todo el material recopilado a través de una inmersión profunda en las palabras para extraer información detallada acerca de la arquitectura, la disposición espacial y los detalles físicos de los lugares descritos.

Al analizar los paisajes desolados de la isla del Mimoide imaginados por Lem, buscan referencias en la arquitectura de antiguas ciudades marroquíes. También se indago, por ejemplo, cómo la luz podría incidir sobre las ruinas hasta lograr el punto de dramatismo propio del relato original o la forma en la que las piedras pueden caer tras un proceso de desolación.

Luego se procedió a traducir los resultados a lo que se conoce como “ingeniería de prompt”. A través de este proceso se escribe comandos con directrices precisas para que la inteligencia artificial genere las imágenes que representen las visualizaciones. Las palabras detalladas que componen las primeras órdenes tendrán fallos. El siguiente paso, que consiste en perfilar las descripciones y retocar las imágenes a partir de los resultados, nos ofrece nuevas alternativas. 

Leer es viajar sin moverse. Lo que yo imagino no es lo que otro ve, y la inteligencia artificial nos ayuda, como una herramienta más, a pensar cómo reimaginarlo todo. Su opinión es crucial: le invitamos a contribuir con sus comentarios en el artículo. Desde la escucha activa de distintas voces enriquecemos este proyecto que entrelaza inteligencia artificial y narrativa. Juntos, combinando la literatura, los relatos, las evidencias y la IA, abrimos nuevas oportunidades. Entre ellas, las que nos facilitan reconstruir lugares que han desaparecido en el tiempo o que permanecen confinados en las páginas de un relato.

Eso sí, todo ello sabiendo que la inteligencia artificial solo es una herramienta más en nuestro repertorio, que comienza desde la inmersión en una historia.

Este artículo fue publicado en la página de THE CONVERSATION el 22 de abril del presente año.

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